TORRE CENTRAL DEL PAINE (VIA SUDAFRICANA 1.200M 6c , A3)
“Estoy en la reunión número 4, Marc
lleva varias horas escalando el largo, hace frío y mucho viento. A mi derecha hay un glaciar colgado
que de manera periódica va escupiendo diversas toneladas de hielo que tiñen con
un tono blanco azulado toda la base de la pared. A la vez, a mi izquierda, se
oye como se derrumban tres bloques de roca de un tamaño parecido al de una
nevera barriendo todo lo que se encuentra a su paso...”Buff… Espero que no sea
cada día así, esto va a ser duro!”
Bienvenidos a la PATAGONIA!
Torres del Paine des del mirador
El 26 de diciembre junto con Marc Subirana pusimos rumbo a la PATAGONIA en el extremo sur de Chile en la Región de
Magallanes y la Antártica Chilena. Concretamente a unas de las paredes más
hermosas de la tierra, LAS TORRES DEL PAINE.
El objetivo estaba claro, dedicar todos los días que durara la expedición A
escalar la Cara Este de la Torre Central del Paine por la Vía SUDAFRICANA.
Después de 34 años de su apertura solo han logrado ascender esta vía 4
cordadas...
Los números hablan por si solos, nosotros queríamos formar parte de este
reducido ranquing de ascensiones de la ruta.
La pregunta que yo me hice era: ¿Por qué han subido tan pocas personas por
una pared mundialmente conocido como esta?
La pregunta me la respondí con mi propia piel cuando estábamos liadísimos
en la pared. Durante las siguientes lineas intentaré explicaros esta respuesta y justificar porque la Patagonia es tan injusta y traidora pero a la vez tan extraordinaria, mágica
y única.
Recorrido aproximado de la via
Reseña que utilizamos
Cuando explicaba a mis padres y amigos de que se trataba este proyecto les
decía que para mí era como ir a los mismísimos Juegos Olímpicos de la escalada
y que teníamos un 80% de probabilidades de fracasar. Si en otras expediciones tenía
dudas y miedos, en esta los interrogantes eran demasiados... pero claro, ¿que sería
mi vida sin desafíos? Que empiece la
fiesta!
El viaje en cuestión empieza solo dos meses antes en casa de Jan B Anes (Yosemite), nada más terminar de escalar la SALATHÉ con Marc y Jan.
Los tres con la motivación por las nubes nos ponemos a organizar la
logística, estrategias y recuento de material de cada uno, ya que no nos
veríamos los tres juntos hasta el día 29 de Diciembre en Chile (Puerto
Natales).
Así pues, Marc y yo llegamos con todos los petates a Puerto Natales. Después de dos días
tramitando los permisos de escalada recibimos la mala noticia de que Jan se había
roto el hombro surfeando en Puerto Rico un día antes de partir de viaje y lo
tenían que operar... ¡Que mala suerte!
Pobre Jan, después de hablar con él y darle muchos ánimos nos dimos cuenta de
que este cambio de planes nos afectaría mucho. Habíamos repartido todo el material y las cuerdas entre los tres, ahora nos faltaba
bastante equipamiento. Nos pusimos en
contacto con los escaladores de Puerto Natales y les pedimos si nos podían
dejar algo de material y algunas cuerdas. Por suerte en el mundo aún hay gente
maravillosa y dos escaladores, Jorge Ruix y Pablo nos dejaron lo que pudieron durante todo el
tiempo que nos hiciera falta. Muchísimas gracias de nuevo. Tuvimos que estar
algún día más en la civilización para acabar de reorganizar toda la movida y
comprar comida para un mes. También estuvimos escalando en un sector cerca de
Puerto Natales “La tortuga”, curioso conglomerado con la Laguna Sofia de fondo.
Escalando en la laguna Sofia
APROXIMACIÓN
Todo
está
listo, después de los largos trayectos con autobús, ya estamos a la entrada del
parque de las Torras del Paine con seis petates a reventar. La primera pantalla
del video-juego que teníamos que superar era llegar esa misma noche al Campo
Torres y dormir allí. Esto de hacer los porteos de todos los petates es de lo
más desagradecido de la expedición. Hay que cargarse con más de 30 quilos a la
espalda y subir un tramo, dejar un petate, bajar y subir el otro… así hasta que
se llega a su destino, multiplicando los quilómetros del camino y quitándole
años de vida a las rodillas y a la espalda. Las mulas sólo pueden llevar los
bultos hasta el Refugio Chileno que hay a
tan solo 1 hora caminando, hasta el campo torres son 3,5 horas y hasta el campo
base de 6 a 8 horas en total. Este último es un trekking muy famoso y bonito
que llega hasta el mirador de las Torres.
Porteando todo el material
Con la espalda destrozada pudimos llegar por la tarde al Campo Torres, con la
suerte de que era noche vieja y los Guarda parques estaban cocinando un asado
brutal y nos invitaron a su celebración en pequeño comité. Esa noche conocimos a
una pareja de vascos, una catalana y una francesa que nos ayudaron el día
siguiente a subir parte del equipo hasta el campo base.
Digo “campo base” por decir algo. Se trata de un bloque de piedra gigante
cortado por la mitad con una pequeña cueva bastante larga pero con tan solo
1,20 metros de altura con todo el lateral abierto a la intemperie. Si llovía te
mojabas, si nevaba te mojabas y si soplaba viento te congelabas. Es decir, incomodidad
brutal. La primera noche ya nos levantamos con los sacos de dormir
completamente mojados. Optamos por montar la hamaca en el bloque, de este modo
por la noche estaríamos aislados del temporal.
Campo base
Otra peculiaridad de este campo base es que se encuentra en el medio de dos
valles y allí se canaliza el viento
formando unas fuertísimas corrientes que pueden superar los 100 km/h. Un
cúmulo de situaciones que hacen que sea un sitio incomodísimo. Pero cada mañana
nos levantábamos y lo primero que veíamos eran
las tres Torres del Paine para nosotros solos y esto no tiene precio.
EL ARTE DE ADAPTARSE
Del campo base hasta la pared eran más o menos 2 horas caminando cargados por el glaciar de
las Torres sorteando grietas. El plan era intentar escalar cada día y llevar
algo de material a pie de vía. Pero claro, esto es la Patagonia, así que había días
que podíamos llegar a escalar algún largo hasta que la lluvia nos sacaba de la
pared y otros en los que no podíamos escalar ni un metro, el tiempo sólo nos
permitía llegar a pie de vía para dejar algo de material. Prácticamente cada día
llegábamos a la cueva totalmente empapados y helados de frío, encendíamos el
hornillo tipo estufa de Marc y secábamos la ropa.
Glaciar del Paine con las Torres de fondo
Así era nuestro día a día, hasta que pudimos fijar cuerda en el largo
número 9 y poner la hamaca en el largo 10 “Shattered
Pilar”(campo 1). A partir de este punto ya no bajaríamos más hasta el
final, nos quedaríamos a vivir en la pared. Aunque no lo pueda parecer la
calidad de vida mejoraba mucho.
Monstruosa Cara Este de la Torre Central
Había muchos días que mirabas la pared y se veía tan inmensa que te ahogaba
una sensación de estrés ya que no le veías color al tema. Sin embargo, nuestra manera de enfocar el
problema y pasar a la pantalla siguiente era seccionar la pared por partes y
plantearnos pequeños objetivos que se pudieran alcanzar e intentar avanzar cada
día lo que la climatología nos permitiera.
Des de la última repetición de la vía (año 2012) hasta ahora, parte de ésta
había sufrido algún cambio. Se produjo un derrumbe en el largo n.5 del tamaño
de un autobús. En consecuencia quedó un largo totalmente nuevo, con tramos
lisos como el mármol donde antes se encontraba un diedro. Marc se lo curró mucho
(se tuvo que poner una expansión nueva por la imposibilidad de avanzar de lo
liso que era si se quería enlazar con la última parte del largo original).
Ahora el largo se ha modificado y nosotros lo hemos graduado de A3. Nos costó
varias horas abrir este tramo nuevo del derrumbe.
nuestra casa…
Cuando estábamos viviendo en la pared el tiempo Patagónico hacía de las
suyas. Durante el día teníamos pocas horas de ventana de buen tiempo para poder
escalar, eso si no llovía o nevaba; y por la noche dentro de la hamaca el
viento te mareaba como si de una batidora se tratara. En dos ocasiones tuvimos
que estar dos días enteros encerrados dentro de la hamaca sin poder salir por
culpa del temporal. Eran los momentos de encender el mp3 y escuchar muchísima
música y esperar que el tempo mejorara, la música me relajaba.
Desenterrando los petates después de la nevada
En algún momento te despertabas de un susto porqué caían purgas de hielo de
más arriba y chocaban contra el toldo de la hamaca. “No hay más remedio, hay
que ser paciente y esperar, nos tenemos que adaptar, suerte que con Marc el
silencio no es incómodo.”
Por suerte uno de los días que nos hizo un sol de campeonato fue cuando nos
tocaba escalar uno de los largos más difíciles de la ruta. Como se agradecía
escalar con buena temperatura y sin
viento, era otro mundo. Sólo por estos momentos valía la pena esperar. ¡La
sensación de escalar con buenas condiciones en la Cara este de la Torre Central
es algo indescriptible!
El placer de escalar con buena meteo
DEJA
QUE ESTA DUDA QUE HAY EN TU MENTE NO PREGUNTE
Ya era la hora de mover el campamento y trasladarlo a la “Boing Ledge” (campo2). Estábamos cansados,
teníamos que subir mucho peso. Todo era muy lento, en la reunión hacíamos dos
triangulaciones, en una colgaban dos petates y en la otra los dos petates
restantes y la hamaca. Para poder con todo el equipo primero subíamos el primer
bloque de petates unos 5 metros, lo
bloqueábamos, después subíamos el segundo bloque y así de cinco en cinco… El
que iba de segundo subía a la par con los petates y los desenganchaba de la
pared. Muchas maniobras y muy lentas.
Eran las 20:00h y aún nos faltaba escalar un largo para llegar a la “Boing
Ledge”. En este momento la ventana de buen tiempo se cerró y empezó a nevar con
ganas y a soplar aire con mala leche. Dificultaba mucho la escalada, se nos
estaba haciendo de noche, yo ya pensaba que tendríamos que plantar la hamaca en
la reunión de dos fisureros y un friend dónde estaba colgado encima de todos
los petates. Gracias a dios que a la 01:30h de la madrugada escuché un leve
grito de Marc difuminado por el viento diciéndome que ya estaba en la reunión,
menuda curtida! Por fin, después de subirlo todo, desatascar los típicos
enganches de cuerda y montar la hamaca con un viento incomodísimo a las 05:00h
de la madrugada estábamos dentro del saco de dormir. Otro día épico, pantalla
superada.
Boing Ledge, campo 2
El video-juego cada día era más difícil, ya estábamos en los últimos largos
de la vía, hacía más frio y las nevadas de los días anteriores habían dejado
ciertas fisuras mojadas con la posterior helada.
Yo estaba acabando un largo relativamente fácil y tan solo quedaban unos
ocho metros para llegar a la reunión. Era una fisura perfecta vertical de la
medida del Camalot del 3, pero con el problema de que en toda la parte interior
habían unos tres milímetros de hielo
duro trasparente que hacía que las levas del friend no se aguantaran y
resbalaran… saqué mi piolet, empecé a picar el hielo para hacer un hueco para
emplazar el friend, no había manera… no podía subir, lo intentó Marc, tampoco
podía, lo volví a probar yo pero tampoco pude. Estaba toda la fisura helada y
el hielo demasiado duro, pues nada monté reunión de friends, fijé la cuerda y
abajo a dormir a la hamaca que se estaba haciendo de noche. Esta pantalla no la
pudimos supera e íbamos con los días contados, ese contratiempo fue fatal, nos
desestabilizó bastante.
Durante la noche dentro de los sacos pensábamos como podíamos hacerlo, las
dudas empezaban a ocupar toda mi mente. Hasta que surgió una idea un poco rara
pero posible para superar la situación de bloqueo. La idea innovadora era coger
el hornillo y meterle gas a tope y que la llamarada derritiera el hielo.
El montser offwidth del paine
Nos faltaban tres largos para finalizar la ruta y una trepada de III/ IV
hasta la cumbre.
“De todos modos, aunque pudiésemos pasar la parte de hielo vamos muy justo
de días… joder que mierda!” No podía dormir, teníamos poco tiempo! Demasiadas dudas… Pero estábamos muy
cerca de conseguirlo, solo nos quedaba un día para hacer cumbre, había que
intentarlo!
Nos levantamos a las 06:00h de la madrugada con fuertes vientos y estaba
nevando un poco, tuvimos que esperar unas horas hasta que mejorase el tiempo. Los
12 días que llevábamos viviendo en la pared pasaban factura.
Sobre las 12:00h miramos el cielo y vimos que se estaba despejando, no hay
lugar para más dudas, había llegado la hora, último esfuerzo!
Diedros y techos perfectos
Después de subir por las cuerdas hasta el punto de bloqueo del día anterior,
pudimos comprobar que era muy tarde, el temporal de la mañana nos había
retrasado demasiado, pero no era excusa.
“Somos muy conscientes de lo que nos ha costado llegar hasta aquí y no
vamos a tirar la tolla…
Me pongo todo el equipo encima, miro como está el hielo de la fisura y veo
que está igual o peor que el día anterior. Hay que innovar para subir, saco el
hornillo y le meto gas a tope, la llama se canaliza por la fisura y va tirando
un buen rato hasta que se me quema el cordino al que está atado el hornillo. En
este momento con el hielo sobrecalentado saco el piolet y empiezo a picar el
hielo hasta que tengo el espacio suficiente para colocar dos levas del friend,
y… ¡¡funciona!! Es muy lento y precario pero funciona!! Cambio el cordino y empiezo de nuevo, así hasta la reunión,
venga que lo conseguimos. Ya solo nos
faltan dos largos!
El siguiente largo también presenta bastante hielo, voy utilizando la misma
técnica hasta que se me estropea el hornillo… intento subir colocando los friends
de una manera súper precaria, las levas del friend resbalan y me caigo unos
metros.
¡¡Buff... esto es alpinismo, que difícil!. Por suerte cada vez hay más hielo
pero es más blando y puedo romperlo con el piolet. Al cabo de unos metros veo
más factible dejar la fisura y tirar por una placa con micro fisuras por la
derecha, así descanso del hielo y utilizando técnicas de artificial con “birdbreks”
se avanza más o menos bien. Después de una buena lucha llego a la reunión. ¡¡Venga venga !! Solo nos queda un largo y la trepada final hasta la deseada cumbre.”
Reuniones con ambiente Patagónico
ACEPTACIÓN
“Fijo la cuerda y le digo a Marc que ya puede empezar a subir el largo. Yo
estaba tan sobre activado que no sabía ni que horario llevábamos. Me doy cuenta
que el tiempo está empeorando por momentos, estaba empezando a nevar, cada vez
había más nubes y el viento golpeaba fuertemente. Cuando ya estábamos los dos colgando de la
reunión el temporal ya era severo,
estaba nevando con mucha mala leche.
Tenía tantas ganas de subir que no era muy consciente de la situación. Marc
había tenido tiempo de reflexionar y valorar el tema mientras me aseguraba.
Después de hablar durante unos minutos debajo del temporal y exponer todas las
opciones decidimos retirarnos. Era muy tarde, el tiempo no era nada bueno y aún
nos faltaba bajar rapelando hasta la hamaca con el viento que nos azotaba.
Es difícil tomar la buena decisión cuando se mezcla el sentimiento y el
orgullo, el tema es vencer y desbloquear el diálogo mental entre las
ganas de coronar a cualquier precio o aplicar el sentido común de la
circunstancia.”
Una vez habíamos aceptado la situación, empecé a bajar por la cuerda
rapelando y se me escaparon unas lágrimas de tristeza, no quería que se acabara
aquí después de todo lo sufrido. Pero cuando empezábamos el siguiente rapel
dirección a la hamaca y vi que las cuerdas se alzaban por encima de mi cabeza
como una serpiente a causa del viento desperté y la cumbre quedó olvidada
momentáneamente. Concentré toda mi
fuerza y todos los sentidos para que los rapels salieran bien ya que se estaba
haciendo de noche y es una de las maniobras más peligrosas del alpinismo.
Esa noche en la hamaca con Marc estábamos un poco desanimados, nos
había faltado muy poquito, casi era
nuestro, por un largo... Se nos pasó por la cabeza anular los vuelos a Barcelona y comprar otros
pero nos enviaron un mensaje al teléfono satélite informándonos que pronosticaban días con muy mal tiempo y
además teníamos que ir a trabajar el lunes. “Nada, hay que aceptarlo, no hemos
podido y ya está”.
Rapelando la ruta
A la mañana siguiente Marc, con su elegancia y saber hacer, se puso a montar
los rapels y yo descolgaba todos los petates. A las 22:30h ya estábamos a pie
de vía con todos los petates y todas las cuerdas. Nos faltaba la dura tarea de
portearlo todo hasta el campo base de noche y acompañados de una buena tormenta que nos hizo llegar a las 04:00h de la
madrugada reventados, hambrientos y
totalmente mojados al campo base.
No tuvimos tregua hasta meternos
dentro del saco de dormir.
Después de descansar y comer los pocos víveres que nos quedaban nos
despedimos de las Torres del Paine y nos prometimos que volveríamos otro año
con todo lo aprendido para volver a intentar pisar la Cumbre de esta brutalidad
de pared.
Cena de despedida en Puerto Natales con Siebe, Lina, Jorge y Sean
Todo el tiempo que estuvimos en el campo base y los 13 días en la pared
fueron una pasada y ahora ya en casa me siento muy orgulloso de nuestra
actividad y satisfecho de la lucha que hemos compartido mano a mano hasta el
final.
El video-juego ha acabado, por poco hacemos realidad nuestra ilusión, la
Patagonia es así, ella siempre manda.
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